Conocido como el noveno arte, el cómic ha ido consiguiendo en estas últimas décadas la resonancia cultural que se merece como plataforma para contar historias propias y diferentes. A veces más cercano a la novela, en otras ocasiones más próximo al cine, el cómic ha supuesto un revulsivo en lo que a la literatura ilustrada se refiere y hoy en día vive una nueva edad de oro en popularidad gracias a las adaptaciones cinematográficas de sus dos principales firmas, Marvel y DC.
Esos mismos guionistas y dibujantes que hoy son punteros y conocidos en todo el mundo gracias a su trabajo para estas franquicias comenzaron hace años dibujando sus primeras historietas en casa, soñando tal vez algún día con poder formar parte de la historia de su superhéroe favorito. Es complicado llegar lejos en esto del cómic, pero ni mucho menos imposible, como demuestran tantos dibujantes españoles que han llegado a la cima. Lo mejor es ponerse y empezar desde lo más básico.
Tener una buena idea antes de empezar la escritura
En los cómics suele haber dos partes bien diferenciadas a la hora de su creación. Por un lado, el guionista se encarga de escribir la historia y en muchos casos los diálogos. Por otro, el dibujante recrea esas escenas a través de las viñetas, a veces solo dibujando, otras también entintando, dándole color. Nosotros nos vamos a centrar en la primera fase, la de la escritura, porque es la base de todo, al fin y al cabo. La trama debe partir de una buena idea, da igual si es a través una historia de superhéroes espaciales o es un cómic más introspectivo y cercano a la novela gráfica. A partir de esa idea iremos desarrollando toda la historia en papel, antes de empezar con el dibujo.
Pulir la trama y desarrollarla paso a paso
La idea es un buen punto de partida, pero no podemos quedarnos solo en eso. La trama debe desarrollarse, y tendremos que trabajarla a fondo para que no tenga puntos flacos ni incoherencias. La mayoría de historias clásicas tienen una estructura bastante clara de introducción, nudo o desarrollo y desenlace. Estos tres actos están ya en el subconsciente de todo el mundo y aunque no sepamos diferenciarlos del todo, sabemos que están ahí. El protagonista los protagonistas de la historia tienen que enfrentarse a retos y obstáculos para conseguir un fin, que puede ser desde salvar el universo a recuperar a su novia. El desarrollo de la historia se centrará seguramente en personajes, que deben estar muy bien perfilados, como veremos a continuación.
Lo más importante para una novela gráfica: buenos personajes principales, secundarios y tramas
Si hemos apostado por una buena trama, una historia que tenga enjundia y en la que se transmitan muchas cosas, no podemos dejarla a su aire. Debemos ser capaces de conseguir que los lectores se entreguen a ella a través de los personajes. Suele haber protagonistas muy bien perfilados, pero muchos escritores se olvidan de los secundarios, que son también realmente importantes. Si conseguimos personajes redondos, que parezcan reales incluso en entornos fantásticos o de ciencia ficción, que tengan contradicciones y sufran dudas y temores, lograremos que la gente empatice mucho mejor con ellos y acabe entrando en la historia de lleno.
Crear un estilo de dibujo adecuado
Se nos da muy bien dibujar, y tras hacer la historia, decidimos llevarla nosotros mismos a las viñetas porque seguramente nadie sepa plasmar todo eso que hemos escrito en papel como nosotros. Pero tal vez el estilo que tenemos no es el más apropiado para nuestra historia. Hay muchos estilos de dibujo, y algunos pegan más con un tipo de personajes e historias que con otros. El manga tipo Yuro, dirigido sobre todo a chicas, no tiene un estilo apropiado para hacer una historieta de Batman, por ejemplo, de la misma forma que ese estilo realista que solemos ver en los cómics del Caballero Oscuro no es la mejor opción para contar una historia de romance en el instituto. Nuestro estilo debe adaptarse a la historia que contamos, siendo un dibujo adecuado que sume, no que se contradiga.
Crear un cómic no es una tarea sencilla, es toda una experiencia artesanal que parte desde cero, con una buena idea para una historia que pueda ser interesante, y que se desarrolla a través del propio desarrollo de la trama, de los primeros bocetos y dibujos, de la clarificación de las escenas, del entintado… Crear nuestro primer cómic o novela gráfica puede ser una buena carta de presentación para las editoriales que están buscando a nuevos valores de este arte, una forma de llamar la atención con algo cien por cien original y propio.